Por José Miguel Carrión
La reunión sostenida el miércoles 14 de mayo entre el presidente Luis Abinader y los ex presidentes Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina fue, lo que se dice en buen criollo, un encuentro con poco berunte y nada de saoco, no por culpa del convocante ni de los convocados, sino por la actitud irresponsable de los verdaderos causantes de la crisis haitiana que no mueven un dedo para resolver la situación, y que, como siempre, no ayudarán a nuestro país a buscar una solución efectiva.
Ante la posibilidad de que las fuerzas de Kenia abandonen Haití y el retiro de la ayuda económica que otorgaba Estados Unidos a la Fuerza Internacional en el vecino país, República Dominicana nuevamente quedaría sola en sus intentos por ayudar a Haití, un territorio de 27 mil kilómetros cuadrados controlado por pandillas que fueron creadas por la oligarquía haitiana como frentes de choque que atacaban los negocios y empresas de sus contrarios, mataban y secuestraban a empresarios rivales y a sus familias y que al unir fuerzas entre ellas controlan ya más del 80 por ciento de Haití.
Y ante esa perspectiva, soy de los que creen que realmente es muy poco lo que puedan lograr los planes que tracen en presidente Abinader y los ex presidentes Fernández, Medina y Mejía. Es como si la agenda de la oposición la estuviera trazando el oficialismo, que no termina ocupándose de sus propios asuntos.
Los presidentes que ha tenido República Dominicana tras el asesinato de Trujillo, incluido Luis Abinader, han actuado de buena fe hacia Haití. En el caso de Abinader éste ha proclamado hasta el hartazgo en las Naciones Unidas, reuniones bilaterales regionales e internacionales, en reuniones con mandatarios y primeros ministros extranjeros la necesidad de que se acuda en auxilio de nuestros vecinos.
La indiferencia, acusaciones y cargos contra nuestro país han sido la respuesta. Esos ataques nos han llegado desde el mismo Haití, cuyas autoridades se nutren de la miseria de su pueblo.
Tres horas y 15 minutos reunidos a puertas cerradas hace pensar que Abinader o tuvo problemas para explicar los temas tratados respecto a la situación haitiana, la posición dominicana y las deportaciones de ciudadanos del vecino país en condición irregular o fue bombardeado a preguntas por los ex mandatarios convocados.
En mi juventud, como excelente bailarín de salsa que fui y fanático de ese ritmo, cuando sonaba una salsa de Ray Barreto, Willie Colón, Richie Rey, Santiago Cerón, Cheo Feliciano y su “Anacaona”; Charlie Palmieri y su “Vámonos Pa’l Monte; Los Hermanos Lebrón, Johnny Pacheco o Ángel Luis Canales, entre otros, decíamos que la orquesta ejecutante tenía “berunte”, que gustaba a la juventud y a todo amante de la música tropical de la época. Cuando esas orquestas sonaban, de inmediato la pista se llenaba para que cada quien con su pareja dibujara al ritmo de la música. Todos competíamos con elegancia y buen gusto.
Lo mismo ocurría cuando al barrio llegaba una fémina nueva que por su belleza y salero al caminar decíamos que “esa negra tiene saoco”, que está en su punto, que poseía una perfecta armonía entre rostro y cuerpo y un estilo elegante al caminar. El más osado del grupo retaba a los amigos y decía que no pasarían cinco días sin que la nueva chica correspondiera a sus lances amorosos.
En el caso de la reunión del 14 de mayo no hubo una cosa ni la otra, pues los dominicanos se formaron pocas expectativas de los resultados de ese encuentro y acciones posteriores.
Tanto es así que a pesar de que el encuentro tenía día, hora y escenario fijados, muchos apostaron a su fracaso o a que no se produciría, y todo por la indiscreción de uno de los convocados, el ex presidente Hipólito Mejía, que al no poder contener las ganas, reveló que propondría en la reunión la realización de un nuevo Programa de Regularización de Extranjeros (valga decir de haitianos). Quienes apostaban al fracaso o a la no realización de la reunión en la sede del Ministerio de Defensa tomaron como excusa la infidencia de Hipólito Mejía, la cual interpretaron que esa podría ser la posición del presidente Abinader, dada la cercanía política de ambos y la posibilidad de que el tema hubiera sido tratado previamente por ambos.
En resumidas cuentas, qué se puede esperar de acciones oficiales y de la oposición motivadas por presiones, marchas y caminatas de la Antigua Orden encabezada por un joven a quien sectores mediáticos han querido descalificar y humillar por falta de un título académico, pero imbuido de un alto nacionalismo del que han carecido esos grupos fácticos.