Por Doctor Ramón Ceballo
Desde su toma de posesión en 2025, Donald Trump ha implantado una agenda marcada por decisiones abruptas y políticas que han escalado tensiones en diversos frentes.
En su perfil subyace una constante visión autoritaria de la gobernanza que ha profundizado el caos institucional y social, rompiendo las alianzas que forjó Estados Unidos desde el fin de la II Guerra Mundial.
El gobierno de Trump desde el primer día al frente de la Casa Blanca, se ha caracterizado por el desorden geopolítico, donde Estados Unidos vuelve a sus tradiciones unilateralistas previas a 1945. No busca un orden mundial basado en reglas, sino una situación en la cual dos o tres potencias decidan lo que pasa con una concepción más autoritaria de la democracia.
Un factor determinante de la visión de Trump es la preocupación por la inmigración; por eso ha puesto en marcha una política migratoria agresiva basada en redadas masivas a inmigrantes indocumentados.
En junio de 2025, su orden de desplegar 2,000 guardias nacionales y 700 marines en Los Ángeles tras protestas de la comunidad latina desató un intenso conflicto con California, porque las protestas están protegidas en la Constitucion de EE.UU.
El gobernador Gavin Newsom calificó la jugada como “manufacturada” y “autoritaria”, y aseguró que fue diseñada para desviar la atención de fallas políticas, iniciando acciones legales por violar la Constitución y el Posse Comitatus Act. Esta dinámica tensó la relación entre federación y estados, y provocó una escalada institucional que amenaza la normalidad democrática.
Las políticas y anuncios aplicados por Donald Trump han generado un trastorno que genera desconcierto, contradicciones y situaciones incómodas. La respuesta a esta política ha sido rechazada en California y podría ser solo el comienzo de una tendencia más peligrosa, porque ya los incidentes, registrados inicialmente en Los Ángeles, ya se replican en otros importantes bastiones del país, como Texas y Atlanta.
La reforma fiscal que prometía reducir impuestos y estimular el crecimiento, ha sido cambiada por, la “gran ley de recortes” la cual es denunciada como un “disgusting abomination” por Elon Musk, al considerar su contenido plagado de “pork” (gasto superfluo) y amenaza para la estabilidad empresarial
La reforma no ha logrado relanzar la inversión ni contener la deuda pública, por el contrario ha aumentado la inflación y genera inseguridad. Según Axios, los privilegios fiscales benefician solo a las élites y grandes donantes, mientras se acumularan déficits y se describen como "una distracción teatral”.
Los impulsos de Donald Trump solo funcionan en Estados Unidos, en el exterior han resultado un fracaso, lo demuestra, el hecho, que no ha logrado que China, Rusia, Canadá o México se sometan a su voluntad.
La verdad es que en el ámbito internacional, la conducta de Trump no ha sido menos preocupante. Su respaldo abierto a las acciones militares de Israel en Gaza, que muchos organismos internacionales han calificado como un genocidio contra el pueblo palestino, lo posiciona como cómplice de una tragedia humanitaria sin precedentes.
A esto se suma su indiferencia frente a la invasión rusa a Ucrania, minimizando la amenaza a la seguridad europea, a las democracias aliadas en el mundo, ha permitido el debilitando del rol histórico de Estados Unidos como garante del equilibrio geopolítico.
Asimismo, su retórica provocadora hacia gobiernos de América Latina, a quienes ha calificado como “enemigos de la democracia”, ha tensado las relaciones con países clave de la región, alimentando una política exterior caracterizada por el unilateralismo, el desprecio al multilateralismo y la confrontación constante.
Aunque el Partido Republicano sigue siendo en gran parte leal a Donald Trump, existe un número creciente de legisladores que han levantado la voz en contra de políticas específicas del presidente. Dicen que el gobierno no esta admitiendo sus errores.
La tensión entre Trump y Musk alcanzó un clímax esta primavera, cuando el magnate criticó públicamente la reforma fiscal y la gestión del mandatario. Trump, en respuesta, amenazó con retirar contratos a Tesla, SpaceX y Starlink, acusando a Musk de “ingratitud”
Esa disputa no solo fue verbal, también política, con Musk expresando su respaldo táctico a las protestas en California, iniciando un ciclo de noticias que reventó con escándalos y distracción y contribuyó al caos institucional.
Estos eventos de junio fueron parte de un patrón que se repite de forma acelerada, que consiste en inmortalizar la protesta para justificar la represión, usar militares contra ciudadanos, polarizar y provocar distracción mediática.
The Guardian lo describe como un uso deliberado del miedo interno para desviar la desconfianza hacia el gobierno, con un resultado peligroso que busca crear un ambiente autoritario el cual tiene a Estados Unidos al borde “del colapso democrático e institucional”.
Lo que hoy se percibe es que sus políticas puede fracasar y su caída arrastrar a quienes se acerquen demasiado, porque se siente que existe una presidencia dominada por lo imprevisible la cual puede convertirse en un teatro del absurdo. Los amigos de Estados Unidos temen que destruya lo que otros han creado, mientras que los enemigos celebran la destrucción generada por Trump.
Cierto es que en lugar de resultados, la presidencia de Trump entrega espectáculo, confrontación y una gobernanza de emergencia constante, debido a la combinación de decisiones inmigratorias extremas, fracasos fiscales, y arremetidas contra figuras tecnológicas que muestran claramente una ruptura con el rumbo institucional y el diálogo político necesario.
Crecen las voces que advierten que las acciones del Gobierno parecen diseñadas para provocar una crisis artificial que justifique medidas autoritarias. Acusan a la administración de estar sedienta de confrontación, de mostrar una actitud hostil hacia las normas constitucionales, de distraerse con escándalos personales y, en consecuencia, de poner en riesgo el frágil equilibrio institucional que sustenta la democracia en Estados Unidos.Lo lógico es que la ciudadanía y las instituciones estén alerta para frenar esta amenaza, antes de que se concrete que la república se incendie por dentro, y no por la invasión de un enemigo externo.