Y por tanto en este negociazo, no gozan los pobres porque no tienen uno, dos, tres, cuatro y más millones para apostar por su equipo favorito.
Y sucede que el fanático pobre lo más que puede apostar es un par de pesos o cervezas, al final muchas veces se han armado hasta líos porque el perdedor no tiene para pagar y si tiene no paga porque se siente con rabia debido que su equipo el cual apoyaba y al mismo tiempo apostaba perdió.
Entonces al final vienen las discusiones las que lamentablemente terminan en tragedias.
Entiendan de una vez y por todas que esto no es un juego, el negocio siempre ha estado en camino y se demuestra aun más porque debió ganar Las Águilas, y al final miren como son las cosas ganó el Licey, cuando Chris Roberson conectó un sencillo con las bases llenas por encima de la antesala que remolcó a Engel Beltré, para que el Licey venciera 4-3 a las Águilas Cibaeñas. Lo que digo no me deja mentir ahí está, y da a entender que mis ideas son brillantes.
Esos managers de los equipos sabían que si ganaban Las Águilas, iban rumbo a México y el botín casi lo dejaban vacio, pues prefieren porque se combinaron que ganara el Licey, así esprimen la China, hasta dejarla sin jugo, en cambio los fanáticos de ambos equipos hueliendo donde un grupito de vividores guisa, come y al final se bebe todo el jugo.
Fanáticos de ambos equipos no se pongan a discutir, no peleen, en las redes sociales.
Pero tampoco cuando se encuentren en un colmadon o un espacio público donde estén viendo el juego, no discutan, no se agredan de manera física, no tomen alcohol porque al final de todos los que más pierden en el juego del terreno son los que no tienen nada.