Por el doctor Ramón Ceballo
Después de una catástrofe que afecta tanto a los que están involucrados, a los familiares, al personal de socorro que interviene, periodistas y los que presencian un evento traumático, como tragedias naturales (huracanes, terremotos, incendios), accidentes graves, conflictos armados, abuso prolongado, violencia física o sexual, testimonios de actos violentos o traumáticos, la pérdida repentina de un ser querido, lo cierto es que pueden comenzar a sentir signos y síntomas propios de un desordenen de su salud mental.
Estas situaciones implican una respuesta prolongada en muchos casos de tres a seis meses, que puede ser intensa y debilitante, la cual puede interferir gravemente en la vida diaria de la persona. Luego de una calamidad, las personas involucradas a menudo ven afectadas sus relaciones, su rendimiento laboral o académico, su salud física y emocional.
Cuando el ser humano presencia o sufre un evento traumático, en un periodo que puede durar hasta seis meses, tienden a desarrollar signos y síntomas, los cuales se manifiestan de muchas maneras, pero los síntomas más comunes de los trastornos incluyen: negación de lo ocurrido o no aceptación, revivir el evento traumático, pesadillas o flashbacks intensos, recuerdos no deseados y angustiosos.
Además, podemos encontrar irritabilidad, rabia, ataques de ira, dificultad para dormir o concentrarse, sensación constante de peligro, sentimientos de culpa o vergüenza, ansiedad, pérdida de interés en actividades, sensación de desconexión con los demás y .depresión.
El duelo emocional es la respuesta natural de sufrimiento que una persona experimenta ante la pérdida de algo o alguien importante. El duelo emocional no solo afecta a las personas que han perdido a un ser querido, sino también a quienes experimentan otras pérdidas significativas. Todas estas experiencias negativas, pensamientos o situaciones, sufrimiento o malestar producen dolor emocional.
Afortunadamente, todos estos signos y síntomas que ocurren a quienes están involucrados en un siniestro tienen tratamiento, y muchas personas logran recuperar una vida plena y funcional.
Las principales formas de abordar estos síntomas son la terapia de catástrofes para ayudar a los afectados a procesar el trauma y las emociones asociadas y cooperar con el auto cuidado.
A largo plazo, brindar auxilio a través de terapia de duelos para ayuda a las personas afectadas a superar los síntomas a través de terapia cognitivo-conductual (TCC) que permite identificar y modificar pensamientos y comportamientos disfuncionales para mejorar el bienestar emocional, terapia de exposición para contribuir con las personas afectadas a enfrentar sus miedos y fobias de manera gradual, tratamiento farmacológico a través de beta bloqueador, antidepresivos y ansiolíticos en combinación con terapia.
Otra forma de abordar el estrés post traumático es con colaboración comunitaria y familiar, mediante grupos de apoyo, red de acompañamiento emocional y programas de reintegración social y laboral, evitar lugares, personas o actividades que recuerden el trauma, aislamiento emocional.
Muchas veces, el entorno laboral, familiar, y social no comprende la gravedad del trastorno, lo que genera un aislamiento de la persona.
Hablar de ello, entenderlo y apoyar a quienes han sufrido una tragedia es parte esencial del camino hacia la sanación individual y colectiva.