El hecho produjo un intenso tiroteo donde los cuatro criminales que iban hacer liberados fallecieron en un enfrentamiento a tiros con la seguridad del penal.
Mientras los malditos criminales que andaban en dos vehículos a todo terreno y con armas potentes huyeron.
Así las cosas, otro hecho es el maldito que entro ayer lunes a la parada de uno de los vagones de la línea II del Metro de Santo Domingo, y esparció un polvo blanco que sacó de su mochila y luego encendió un fósforo, lo que provoco 35 personas heridas y un joven casi muerto. A ese desgraciado que cometió ese acto terrorista debe caerle todo el peso de la ley.
Tambien en otro hecho, el recluso que mató otro en la cárcel de la Victoria. Pues, ambos son criminales y no merecen opinión alguna, ni lamentaciones.
Lo lamentable no son los muertos delincuentes, sinó los inocentes como el caso de Najayo donde cuatro agentes de seguridad resultaron heridos, y dos de ellos fallecieron.
Mientras en el caso de los ladrones, criminales, terroristas, no podemos lamentarnos por el contrario darle gracias a Dios que estamos saliendo de esas malditas ratas.
Lamentemos pues los muertos y heridos de Najayo, y los 35 heridos del Metro y el que salvó su vida por un hilito. Crímenes, drogas, violencia, asaltos, la vida no vale nada. La gente en la calle y otros lugares dicen: “Hace falta Trujillo”.
